viernes, 2 de mayo de 2014

Más sobre Ibn Jaldún, hombre multifacético...


Ibn Jaldún (Túnez 1332-El Cairo 1406) fue un político, filósofo e historiador tunecino. Uno de los intelectuales y hombres de acción más grandes de la cultura árabe-islámica.
Sevillano en vigésimo primera generación, nacido en Túnez, orgulloso del origen yemení de sus ancestros, según declara en su biografía Ta’rîf ; escribió la Muqaddima (Introducción a la Historia Universal), texto fundamental de las ciencias sociales y humanas (en el que se muestra por vez primera la “naturaleza cíclica del proceso histórico”). Ahí agregó, curiosamente, reflexiones sobre lo ficticio de las genealogías.
Hombre público, ejerció altos cargos y su obra es uno de los hitos donde la cultura humana alcanza un sentido universal.
Tuvo una educación muy esmerada en Túnez y en Fez, donde su padre era representante de Sevilla ante la corte hafsí.

Comenzó como rubricator (una especie de escribano, pero el cargo le parecía inútil-con sobrada razón-) a los veinte años. Ya instalado en Fez, comenzó la carrera diplomática. Estuvo preso por implicarse en un complot y en cuanto pudo (1362) se radicó en Granada.
Recibido con honores, se trasladó a Sevilla, como enviado diplomático, en 1364 para negociar la paz con Pedro I, misión exitosa por la que fue muy reconocido por el Emir granadino. (Podemos ver que ciento treinta años antes de la caída de Granada, ya se guerreaba y se hacían tratados de paz entre “moros” y “cristianos”).
En 1366 comenzó el fin de su carrera política. Se refugió en unas tribus nómadas argelinas hasta que en 1375, amnistiado, volvió a Granada, “definitivamente”... por un año. Nuevamente implicado en asuntos políticos debió marchar otra vez al exilio. En un castillo cerca de Orán, y con sus cuarenta y tres años, ahora sí, se dedicó al estudio y a escribir la Muqaddina concebida como una introducción a la historia universal.

Es el primero que rompe el concepto de historia como una sucesión cronológica de hechos, para darle un tinte científico, asegurar la autenticidad de los registros y estudiarla tratando de hallar las leyes de la evolución humana y de sus organizaciones. Fue pionero en analizar la muerte de las civilizaciones y también en predecir el fin del dominio musulmán, precisamente por encontrarlo en su fase declinante.
De él escribió Arnold Toynbee: “Ibn Jaldún concibió y formuló una filosofía de la historia que es sin duda el trabajo más grande que jamás haya sido creado por una inteligencia en ningún tiempo y en ningún país”.

Con la idea de documentarse para completar su trabajo, en 1382 se estableció en El Cairo. A finales de 1401, aceptó su última misión político-diplomática: viajó a Damasco y se entrevistó con Tamerlán, que sitiaba la ciudad amurallada, para negociar la entrega y protección de la misma. Fracasó y los mongoles le prendieron fuego delante de sus propios ojos. Derrotado, regresó a El Cairo donde murió el 17 de marzo de 1406 (26 de Ramadán de 808).
Por sobre todas las cosas fue un ardiente defensor de la integración de culturas diversas y la tolerancia racial y religiosa.

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