La conversión de un comandante romano
Jarajah, uno de los comandantes del ejército bizantino, salió de las filas y solicitó un duelo con Khalid Ibn al-Walid. Khalid vino, y cuando sacaron sus espadas, Jarajah le dijo:
«¡Oh Khalid! Quiero que me informes con toda verdad. No me mientas, ya que los grandes hombres no conocen la mentira. Y no me engañes, pues el hombre noble no engaña a aquellos que buscan acercarse a Allah.
¿Allah ha hecho descender sobre tu Profeta ﷺ una espada del cielo con la que tu deshaces todos los ejércitos contra los que combates?».
¿Allah ha hecho descender sobre tu Profeta ﷺ una espada del cielo con la que tu deshaces todos los ejércitos contra los que combates?».
Khalid respondió: «No».
Entonces Jarajah dijo: «¿Entonces porqué eres llamado "la espada de Allah"?».
Respondió: «Allah envió a Su Profeta ﷺ, quien nos llamó al Islam, pero nosotros lo desmentimos y rechazamos su mensaje. Luego algunos entre nosotros creyeron en él y le siguieron. Otros continuaron tachándolo de mentiroso y siguieron boicoteándolo. Yo formaba parte de este grupo último. Luego Allah guió nuestros corazones y nos dirigió hacia Él mediante su Profeta ﷺ, a quien prestamos obediencia.
El Profeta ﷺ me dijo en ese entonces: "Tú eres una de las espadas de Allah que Él desenfunda contra los politeístas". Así que suplicó en mi favor para que Él me conceda la victoria. Es por esta razón que yo soy el más despiadado de los musulmanes contra los politeístas».
El Profeta ﷺ me dijo en ese entonces: "Tú eres una de las espadas de Allah que Él desenfunda contra los politeístas". Así que suplicó en mi favor para que Él me conceda la victoria. Es por esta razón que yo soy el más despiadado de los musulmanes contra los politeístas».
Dijo: «¡Oh Khalid! ¿Cuál es el mensaje al que invitáis?».
Respondió: «Nosotros invitamos a la gente a que atestigüen que no hay ninguna divinidad digna de adoración excepto Allah y que Muhammad es el mensajero y es Su siervo, y les invitamos a creer en todo lo que nos ha transmitido de parte de Allah».
Dijo: «¿Y qué ocurre con los que rechazan vuestra invitación al Islam?».
Respondió: «Nosotros les pedimos que nos paguen un tributo a cambio de nuestra protección».
Dijo: «¿Y si rechazan pagar el importe solicitado?».
Respondió: «Nosotros les declaramos la guerra y los combatimos».
Dijo: «¿Cuál sería el estatuto de una persona que, hoy mismo, aceptaría vuestra invitación y se convertiría al Islam?».
Respondió: «Tendría el mismo estatuto que tienen todos los otros musulmanes: iguales ante los deberes que Allah les ha impuesto, ya sea un noble o un plebeyo, joven o viejo».
Dijo: «¿Pretendes que quien se convierta hoy mismo tendrá la misma recompensa y el mismo mérito que vosotros?».
Respondió: «Sí, e incluso más».
Dijo: «¿Cómo tendría el mismo estatuto que vosotros, siendo que abrazasteis el Islam antes que él?».
Respondió: «Nosotros hemos aceptado el Islam por la fuerte evidencia de las cosas, y hemos prometido lealtad a nuestro Profeta ﷺ mientras él ﷺ vivía entre nosotros. Las aleyas le eran reveladas del cielo, él ﷺ nos enseñaba el Libro y nos mostraba milagros. Quienes vieran y oyeran lo que nosotros hemos visto y oído no tendrían más opciones que convertirse al Islam y jurar fidelidad al Profeta ﷺ.
Pero para vosotros, no habéis visto lo que hemos visto, ni habéis escuchado los prodigios y los argumentos decisivos que nosotros hemos escuchado. Por esto que quien de vosotros se convierte al Islam con sinceridad y pureza de intención es considerado mejor que nosotros».
Pero para vosotros, no habéis visto lo que hemos visto, ni habéis escuchado los prodigios y los argumentos decisivos que nosotros hemos escuchado. Por esto que quien de vosotros se convierte al Islam con sinceridad y pureza de intención es considerado mejor que nosotros».
Dijo: «¡Por Allah! Me has hablado con toda sinceridad y no has intentado engañarme».
Respondió: «¡Por Allah! Te he hablado con toda sinceridad, y Allah es Testigo de las respuestas que te he dado».
En ese momento, Jarajah miró el ejército bizantino, se dio la vuelta y se puso al lado de Khalid, entonces le pidió: «Enséñame el Islam».
Khalid lo llevó a su tienda, pidió que les trajeran un recipiente lleno de agua con el que Jarajah hizo la ablución mayor, y rezaron juntos dos raka'at (unidades de oración).
Cuando los bizantinos vieron que su comandante entraba en las filas de los musulmanes, creyeron que esa era la señal para atacar, entonces lanzaron una gran ofensiva que sacudió los rangos de los musulmanes, pero las tropas de 'Ikrimah Ibn Abi Jahl y Al-Harith Ibn Hisham lograron repeler la ofensiva.
Fuente: Tarikh at-Tabari 3/398 | Futuhat as-Sham de Al-Azdi, pág 195.
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